Canto de un Reino sin Reino

Poco después del término de la primera edad oscura, cuando dioses, elfos, enanos y hombres, enfrentaron al temible ejército del descendiente de Loki (amo del caos), Odín se vio obligado a desarraigar de los brazos del gran árbol de la vida (Yggdrasil) al reino del ser humano, conocido también como Midgard, ya que estuvieron al borde de la destrucción. Les ofreció como recompensa, el más amplio y hermoso terreno para vivir, y los recursos suficientes para no desaparecer, para ellos no había forma alguna de llegar a Asgard, pues solo los dioses y sus hijos, podrían pisar el puente Bifrost que unía a los dos reinos. También creó bajo Midgard el mundo de las tinieblas, que sería el lugar donde residirían los muertos humanos que han causado males en sus vidas, y los que han vivido plenamente, reencarnarían como un nuevo ser.
Comprometido con los humanos, Odín se vio obligado a vigilar por su seguridad, aunque, sentado desde su trono, tendría que atender asuntos más importantes. Decidió entonces dejar Asgard, para viajar por todo el mundo, consultó a las Nornas que viven bajo el gran “árbol de la vida” y que pueden predecir el destino. ¿Quién sería el más indicado de cuidar al hombre? A lo que ellas respondieron que: un nuevo hijo ha de nacer, y al igual que el difunto Baldo, será muy amado.
Ensimismado por aquella respuesta, Odín buscó ayuda en la fuente de Mimir, donde dicen algunos que ofreció uno de sus ojos para obtener la más grande sabiduría. Sin embargo, ésta vez, pidió al dios que allí habita, le ayudase a resolver el acertijo, y vivió en sus aguas durante siglos, hasta que un día el sabio concejo de Mimir, pudo escuchar.
Feliz por la respuesta, anunció ante los dioses de la guerra Aesir, y los dioses de los elementos de la naturaleza los Vanir. Que un nuevo hijo habría de nacer muy pronto, así que, nuevamente recorrió el mundo, esta vez siguió el concejo de Mimir, quien le dijo que fundiera en un caldero mágico, un bello corazón, una hermosa alma y una mente prodigiosa. Visitó entonces el reino subterráneo de los enanos (Svartalfaheim), quienes le obsequiaron el bello corazón, Odín a cambio les ofreció parte de su sabiduría. Cabalgó a la tierra de los elfos (Alfheim) quienes a cambio de la vista que todo lo ve y el oído que todo lo escucha, entregaron al padre de los dioses un alma hermosa. Por último pidió prestadas las alas de halcón que Freya (hija de Niord) utilizaba, y viajó por los aires a los picos en los mares de Hevas, visitó a los señores dragones y el gran padre les obsequió una lengua que todos entendían, de esa forma, alegres y agradecidos, le entregaron una prodigiosa mente.
Odín regresó contento a Asgard con aquellos obsequios en sus manos y los fundió en el caldero mágico que formaría a su nuevo hijo, y los dioses (tanto Vanir como Aesir), al verlo sonriente como no se lo había visto desde la muerte de su hijo Baldo, pusieron en aquel caldero un poco de sus habilidades, como controlar el agua, el fuego, la tierra, el aire, las plantas, el hielo, el espíritu de guerra y muchas más, por último, Freya, arrojó sus alas de halcón al nuevo ser que se estaba creando, aquella mezcla se la vació en un molde humano. Cuando el nuevo hijo abrió sus ojos, y se puso de pie para presentarse a los dioses, su cuerpo brilló con todos los colores del arcoíris, de su espalda, cuatro grandes alas se abrieron, y su nombre sería el arcángel Ancel.
Aquel nuevo dios, sería desde aquel momento nombrado como “el favorito” aunque también lo confundían como el “más amado”, y fue enviado a Midgard a custodiar la vida del hombre, y por miles de años cumplió con su responsabilidad, hasta que cometió el único error imperdonable: de una humana se había enamorado y su nombre era Isabel, con ella procreó dos hijos. El primero, había heredado de su padre parte de sus poderes y de su madre, los más oscuros sentimientos que suelen guardar comúnmente los humanos en el corazón, por eso, al nacer, su cuerpo brillaba con colores oscuros, y era necio, rebelde, desobediente, y le gustaba hacer cosas malas a la gente, algunos dicen que huyó de casa, cuando sus padres se molestaron mucho con él, por haberse hecho pasar por un dios, manipulando agua y tierra frente a los humanos.
Sin embargo, y aunque sus padres lo buscaron por años, no lo volvieron a encontrar, y tuvieron otro hijo, éste, a diferencia de su hermano, había nacido con colores hermosos que iluminaban su cuerpo, y era gentil, acérrimo, sabio y amoroso. La familia vivió feliz por pocos años, hasta que Uller, el envidioso dios del invierno que estaba en busca de un anillo de poder en Midgard, contempló atónito la nueva casta de dioses que se creaba en el reino del hombre, la más poderosa raza que se hubiera visto bajo los brazos del gran árbol de la vida, y furioso, dio aviso en Asgard del grave error que el favorito de Odín había hecho.
Furibundo Odín, y sin escuchar los sabios consejos de algunos dioses, hizo llamar a su hijo y tomando su lanza gungnir, lo atravesó por el pecho, sin embargo antes de morir, Ancel dijo con una sonrisa. “gracias padre, por haberme amado tanto”. Uller sin ninguna pena aconsejó al gran padre el exterminio de los descendientes del favorito, por lo cual se produjo una incesante persecución de casi mil años.
La vida en Asgard fue muy triste, pues ni Odín, ni su esposa Frigga habían vuelto a sonreír, pese a que le habían construido en el monte más alto del mundo una pira funeraria al favorito, desde aquel día, se puede ver en el norte y sur de Midgard el aurora boreal, a la que algunos afirman, ser el alma de Ancel que aún cuida al ser humano. Mientras tanto, Forsetti (Hijo del difunto Baldo) no soportaba ver al gran padre tan triste y viajó al reino de Hela en el inframundo, para pedirle que devolviera a la vida al favorito, que también era conocido como el más amado.
Hela asintió en regresar a la vida al más amado, a cambio de su propia vida. Forsetti sin pensarlo dos veces, se atravesó el corazón con una daga y murió a los pies de la diosa, quien cumplió con su palabra y regresó a Baldo (el más amado) junto a su esposa Nanna a Asgard; aquel sacrificio, habría alegrado un poco el corazón de Odín.
No pasó mucho tiempo, cuando desde las profundidades del inframundo (Helfheim), un enorme ejército de Zerguens, quienes son descendientes directos de las abominaciones (criaturas que nacen en el reino de Hela), salieron comandadas por un nuevo descendiente de Loki, quien había nacido en las tierras de los gigantes (Jotunheim), se les unieron las bestias del mal y muchos gigantes de hielo contra la lucha. Arrasaron así las minas de los enanos, los reinos de los elfos, el naciente reino de los antropogriphos. Sus ejércitos desolaban las ciudades a su paso, saqueaban los comercios y destruían los bosques rápidamente y sin que nadie lograra detenerlos. Por último se dirigían a Asgard, donde todos los dioses, Vanir y Aesir los esperaban, a los cuales se sumaron los últimos ejércitos de elfos, enanos, antropogriphos y los duendecillos (desterrados del reino de Zergard), para pelear contra las fuerzas del caos.
A lo lejos se podía escuchar el retumbar de sus tambores, el soplo de sus cuernos, sus antorchas refulgiendo tras los bosques. Odín montó su corcel de siete patas y su lanza gungnir, jurando luchar por la vida de su favorito. Thor se acomodó su cinturón que le convierte en el dios más fuerte del mundo y tomó su martillo para luchar, Baldo juntó en sus brazos poderosas pulseras mágicas de oro y plata que al agitarlas se convertían en una poderosa cadena de guerra, Frey desenvainó su poderosa espada de la victoria, que le había prestado su sirviente para pelear y Tyr con un solo brazo se paraba junto a los otros dioses y los pocos ejércitos del bien que quedaban.
Batallaron así las fuerzas del caos contra las del orden, en una dispareja pelea, murieron algunos dioses y los ejércitos se mermaban rápidamente, el hijo de Loki, sobre su dragón peleaba y ganaba, y ni la espada de Frey, ni la lanza de Odín, ni el martillo de Thor, podían derrotarlos; hasta que, a lo lejos, tras el puente Bifrost que unía Midgard con el mundo, un intenso fragor se escuchaba, cuando todos temerosos, vieron aparecer un enorme ejército de hombres que tenían sus cuerpos brillando de una intensa luz multicolor; los dioses, al comprender que eran los descendientes de Ancel, no sabían si llegaban a vengar a su padre, o a defender Asgard, pero, arremetieron entonces contra las fuerzas del caos, derrotándolos fácilmente, pues habían aprendido conjuros que potenciaban sus hechizos, dando fin a la segunda edad oscura.

Agradecido, el gran padre, dejó a un lado sus diferencias y prometió no volver a perseguirlos, cuando les preguntó la razón de su ayuda, uno de ellos le había respondido “Nuestro progenitor nos había pedido proteger siempre a Odín, padre de todos” a lo cual Odín sonrió nuevamente y les ofreció una vida limitada en Midgard (que era el hogar donde ellos habían nacido) donde no podrían mostrar sus poderes a los hombres, pero a cambio de ello, renacerían nuevamente en Asgard, para vivir eternamente, sirviendo al gran padre.
De esa manera, los guerreros hijos de Ancel, deberían seguir trece reglas en Midgard, y si las cumplían, podrían vivir en Asgard después de su muerte. Odín creó además una extensión del gunungapag o eterno abismo, que sería el lugar donde irían a parar aquellos guerreros que no cumplieran con las trece reglas y así desaparecerían de la faz del mundo.
Con el tiempo se creó un ente regulador denominado La corte de los dioses,  que registraba a cada descendiente de Ancel (al cual se lo nombró como “guerrero híbrido”), tanto en sus movimientos como en el uso de sus poderes, ya que poco a poco se fueron creando conjuros a base de frases rimadas, que les servía para hacer más fuertes sus hechizos al pedir favores a seres poderosos muertos o demonios del mundo de las tinieblas. Sin embargo, y tras hacer varios esfuerzos por incluir en la lista a los descendientes del primer hijo de Ancel, ellos se rehusaban, hasta que al final no se les instruía ninguna clase de historia y eran encerrados si cometían alguna infracción de las trece reglas de Odín, y por último se los consideró como enemigos de Asgard, y los llamaron “demonoides”. Poco a poco, los guerreros híbridos y demonoides, fueron pasando desapercibidos de los ojos de los mortales y aquellos que mostraban sus habilidades y conjuros eran llamados por los hombres brujos o hechiceros, vivieron en paz y en total anonimato hasta nuestros tiempos, sin un específico lugar en vida donde hacer una comunidad con los suyos, aguardando el momento en que un nuevo descendiente de Loki renaciere, para poder luchar en contra de la tercera edad oscura.


Con el tiempo, guerreros híbridos y demonoides se reprodujeron entre sí y fueron perfeccionando sus energías espirituales, hasta el punto de no depender más de armas blancas ni de armas de fuego, lograron crear infinidad de hechizos de defensa y de ataque, incluso algunos tan poderosos que podrían acabar con la vida en el planeta; por tal motivo La corte de los dioses se vio obligada a crear una lista de conjuros prohibidos.

A lo largo del crecimiento de la raza humana, tanto demonoides como guerreros híbridos permanecieron en total anonimato, y ello se debe en gran parte a que los humanos no pueden percibir con su mirada el color que emana de las energías espirituales de los hijos Ancel.

Aunque guerreros híbridos y demonoides provienen del mismo arcángel Ancel, en nuestros tiempos se cree que son dos razas muy distintas y eso gracias a que la Corte de los Dioses ha satanizado la existencia de los demonoides.

La mayoría de las criaturas, así como frutas y plantas mágicas fueron tomadas por la Corte de los Dioses y liberadas en los alrededores del Gran árbol de la vida, ésta época se llamó la del gran barrido mágico.

Después de que Baldo haya sido devuelto a la vida por Hela, Odín le entregó el poder de volar como un ángel y lo puso a cargo de los guerreros híbridos que llegaban a Asgard.

Un siglo después de la segunda edad oscura, Odín viajó junto a su esposa a los confines del mundo y no se lo ha vuelto a ver hasta nuestro tiempo, algunos dicen que aún llora la muerte de su favorito Ancel.

El Canto de un reino sin reino ha sido totalmente borrado de la memoria del hombre y se guarda en la galaxia de los secretos, la inmensa biblioteca del palacio Valhala en Asgard, pues la misma podría perturbar la total historia que los mortales del reino de Midgard tienen en su cabeza, y se podría crear un caos global y poner a los humanos en riesgo de guerras, a cambio de ello, se les ha hecho creer que el Ragnarok había llegado hace miles de años.




Tomado de la novela La leyenda del último rey de Asgard y el secreto de los Dioses, escrita por Christo Herrera.

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