Fanesca Andina No-Católica.

La fanesca es uno de los platos típicos más representativos del Ecuador, elaborado a base de granos, verduras, zapallo leche y bacalao seco (siendo éstos sus principales ingredientes). Es servido por las familias  ecuatorianas en semana santa.


Según los más acérrimos religiosos se cree que la fanesca la inventaron los españoles criollos en Ecuador, empleando los doce granos en representación a los doce apóstoles de Jesús; sin embargo al aceptar aquel origen como cierto, estamos regresando al círculo vicioso de creer que América existe desde que los invasores de España arribaron a éstas tierras, o que Ecuador existe desde que Sebastián de Ben-Alcazar “fundó el Reino de Quito”, nada creíble en lo más mínimo.


Otra teoría absurda habla acerca de una tal Juana que inventó la “Juanesca” en una hacienda, creerla sería volver a admitir que los platos en Ecuador se desarrollaron a partir de la colonia.


No se debe olvidar que existe en la zona Nor-Andina ecuatorial una población que tiene miles de años, que antes de la invasión española hubieron grandes ciudades, sistemas de agricultura muy avanzadas, redes de comercio efectivas, y por supuesto rituales en agradecimiento a la Pacha Mama (madre cosmos-universo) por los productos que se los cultivaban en el equinoccio de marzo, es necesario saber que los pueblos andinos ecuatoriales pre-colombinos, festejaban los dos solsticios y los dos equinoccios del año, los mismos que son los puntos de mayor concentración de energía del ciclo solar sobre la tierra, en dichos acontecimientos se solía agradecer a Pacha Mama (Madre cosmos), Inti (Padre Sol), Allpa Mama (Madre Tierra), a la Quilla Mama (Madre Luna), y en especial a Tamia (Lluvia), por ayudar en el cultivo, cosecha y alimentación del pueblo andino ecuatorial la cual generalmente se basaba en granos y tubérculos.


Recordemos ahora cuales eran los principales alimentos de las poblaciones Nor Andinas precolombinas: Maíz, papa, zapallo, poroto, chochos, quinua, ají, ocas (tubérculo) y mashua, entre otras; muchas de ellas cosechadas en el primer equinoccio del año, en el cual los Nor Andinos precolombinos recibían la nueva energía solar para la renovación de sus cuerpos, sirviéndose de los productos cosechados en ésta época como agradecimiento a la Pacha Mama, principalmente en la línea Ecuatorial que cruzaba por varios de sus templos.


Mas si seguimos recordando la sanguinaria historia de los invasores de España y la tradición destructiva de pueblos enteros hasta reducirlos a cenizas, es sabido que las iglesias católicas más antiguas fueron construidas sobre templos Andinos; tales como el templo de Amaru bajo la Iglesia San Francisco, la casa de Huayna Capac bajo la Iglesia de Santo Domingo y el palacio de gobierno puesto sobre sobre el palacio del emperador Atabalipa, además de gestar procesiones de religiosas de vírgenes impuestas sobre caminatas precolombinas por puntos de poder para la renovación de la energía espiritual de nuestros ancestros, queda preguntarnos.
¿Kitu fue antes de la invasión una ciudad con variedad de templos en la zona Andina? La respuesta podría ser un rotundo “Sí”, si recordamos que el principal “Taita” era el sol, y Kitu está muy cercano a la línea Ecuatorial, y al estar en el centro del mundo en los equinoccios y solsticios el sol recae con mayor energía sobre nosotros.


Es fácil discernir entonces el resultado de la fanesca como plato tradicional Andino No-católico, ya que gracias a la existencia de gran cantidad de templos Kitu-Inca en Ecuador, una de las celebraciones como agradecimiento por el equinoccio de marzo con los productos cosechados a la madre tierra, bien pudo haber sido una comida en base a éstos para recibir la nueva energía solar y alimentarse de los regalos de la naturaleza realizado año tras año con cada nuevo equinoccio, porque en muchos casos se menciona solo a la fanesca ¿Dónde queda el molo, platillo elaborado a base de papa? ¿y el morocho cocinado con maíz?


Por lo tanto el sentido católico a un alimento que no tiene ninguna alianza con el cristianismo, salvo la sanguinaria imposición religiosa que la corona española había impuesto a nuestros pueblos andinos en su invasión es innegable, sin embargo, cabe aún la duda de que cuando los invasores miraron por primera vez éste alimento lo hubieran confundido con un plato tradicional de cuaresma en España que es un potaje hecho de garbanzo, espinacas y bacalao. Nada cierto pues no fueron tontos quienes saquearon nuestras tierras en la colonia.


La respuesta a la fanesca de hoy, es solo otro método por desarraigar nuestras costumbres con la tierra, tratando de engañar a la historia sobreponiendo una falsa sobre ella, así como hicieron con nuestros templos construyendo iglesias sobre éstas, o plazas de toros o incluso confundir con deidades a los elementos de adoración Kitu-Inca como la pacha mama, por ello le adhirieron el haba, el bacalao seco en sal (ícono religioso por siglos de la cuaresma en Europa del Norte) y otros ingredientes a la festividad Andina del equinoccio que para mala suerte era próxima a la cuaresma, por ello a base de sangre y hierro se impuso la idea de celebrar la llamada “semana santa” y olvidar el agradecimiento a la tierra por los alimentos que nos brinda.


Aún así no debemos confundir agua con aceite, Jesús es uno de los maestros más importantes en la historia del mundo, hijo de Dios, sea que exista o no, lo importante es el mensaje que dejó y su palabra, en honor a la historia, la iglesia manipuló aquel mensaje para oprimir a pueblos y no existe duda que el infierno (que no fue más que un campo donde quemaban basura en la antigüedad) fue una creación de la misma para causar terror en la gente y esclavizarla; así como en el norte ahora se usa la palabra terrorismo (ambas inexistentes) con el mismo fin, por lo tanto la opresión, la sangre, violación y masacre de nuestros pueblos Andinos no fue obra de Dios, pero sí de la iglesia que manipuló su palabra a conveniencia. Sería bueno entonces agradecer a la tierra por los alimentos que nos brinda y amar a nuestro prójimo cada instante del año, no una sola semana.



Escrita por: Christo Herrera

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