La herencia de los hijos de mis hijos.

Miro hacia el bulto de nubes negras colapsando el cielo Quiteño, triste, gris, moribundo, rozando con sus ennegrecidas manos los rascacielos, únicos que gozan del sol allá arriba, mientras las hormigas constructoras, deambulamos cual androide en busca de un trabajo (si es que se existe) cubiertos de CO2. Dicen los ancianos tristemente “Hubo un tiempo, en el cual aún se podía respirar aire sin mascarilla” “Hubieron días hermosos en los que Taita Pichincha nos sonreía, los colibríes nos visitaban, la vegetación abundaba”. Ahora miro hacia lontananza, hay basura, muerte, no veo montañas y solo hay vida humana. Imagino y lloro.
Escrito por: Christo Herrera.

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