Sobre el infinito

Y colocar pude un nido inalcanzable,
infinito corazón sin alas,
dedos que al barro asemejan,
yertas manos mojadas.


Toallas de húmedas memorias,
ducha de voces apagadas,
incitan su presencia,
y traen su aroma a la cama.


Y las blancas colinas de nieve  escarchadas,
cristales opacos de sexo,
tirita la piel del frío,
que antaño recuerda la tibia mañana.


Los años de nuestra aventura,
Botella de vidrio dispersa en el suelo.
Se hunde mi pecho en la cebada,
Mi garganta escupe saliva negra
y colilla de cigarro.


Las noches, los días,
el invierno y el verano...
Mis labios reclaman su nombre,
brochazo blanco en nuestra obra de arte,
los orgasmos y las caricias,
agua sucia escurriendo en el lavabo.
Y su presencia... su mirada fresca.
Su presencia... su voz tranquila.
Su presencia... lo más anhelado.


Escrito por: Christo Herrera

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