Interestelar.


Permite que te hable del mundo,
El mundo que tú eres.
Ese mundo donde habitas,
Ese cuerpo que te encarcela,
Esos ojos que ven lo material,
Y el conglomerado de partes que te conforman.
Un brazo, una pierna, un cuerpo,
Que no me sirven de nada,
O no me interesan,
Que es lo mismo.
No se ama el cuerpo,
Se ama el espíritu.

Si te preguntas,
¿Por qué hablo de ti y el mundo?
Es que no sabes aún,
El mundo que tú eres.

¡No trates de explicarte!
En el camino, el mundo se explica a sí mismo.
Tú, ese mundo.
Rotando y rotando,
A veces, o siempre,
Sobre las mismas cosas.

Una taza de café en la mañana,
Una novela perdida en la tv,
Una caricia que se hace recuerdo.
Unas palabras cursis
Saliendo de tu boca.

Admiro esa manera fácil
De decir te amo solo por complacerme.

Pero volvamos al mundo,
Tu mundo.
Un sol que te irradia,
Que es tu sonrisa.
Una luna,
Que se hace soledad,
Que se cuelga en tu camino.
Trae al lobo,
Emergen bestias del bosque.
Te aúllan,
Lamen de tus lagunas unas lágrimas,
Se devuelven a tu garganta cuando gritas.
Y esto y esto otro.
Cosas inefables
Cosas solo un mundo puede tener,
Pero que no tiene sentido
Nombrarlas una a una,
Ni aburrir a los ojos que están leyendo esto,
Ni cansar a los oídos,
Que no quieren  escuchar esto.

Uno no escribe poesía,
Uno quiere entender al mundo.
Entenderte a ti,
Porque el mundo que eres,
O que habitas
Me pertenece, o quisiera me pertenezca.
Y habitar en él,
Dejar de ser astronauta,
Dejar de soñar en lunas y estrellitas,
En espacios vacíos,
En años luz, o años simples.

El tiempo, amor, es relativo.
Eso ya lo sabes.
Cuán lento cae la lluvia en la ventana
Cuando no la empañamos.
Que efímera se hace la última caricia
Que precede al adiós.
Qué todo, qué nada, qué lento, qué rápido,
Qué aquí, que allá.
Disculpa si divago en lo que digo,
Eres tan compleja como simple,
Tan remota como cerca,
Tan diáfana como oscura,
Tan mujer cuando estallas en la cama,
Y tan niña cuando ríes y abrazas tus mascotas.
Cómo no quisiera ser la órbita que transitas
Para alcanzar tus sueños,
Como no quisiera ser esa luz y esa oscuridad
Que te acompañan
Al alba, al crepúsculo.
O esas estrellas que te acarician en tinieblas,
Y esa alborada que te despierta los días.
Cómo no quisiera vivir hundido en ti, amor.
Ver nacer pedazos de lo que somos
Cuando viajo a la honda cueva de tu ser
Y emerjo convertido en ecosistema,
Que respira y jadea, y te mira satisfecha,
Húmeda y feliz, con la esperanza de que en ti,
Crezca una nueva vida.

Ver en ti, y en mí, un nuevo big bang. 

Escrito por: Christo Herrera Inapanta.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ambivalente, dual, contradictoria: así es ella.
Así somos muchas mujeres.
Un poema bien hilado.
Un abrazo.
christoherrera ha dicho que…
Gracias por comentar Dánae. Me alegra que te haya gustado.

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